Por: Redacción Estop Revista
La Noche de Rábanos: una tradición única que define la identidad de Oaxaca y su capacidad de celebrar lo cotidiano
Ciudad de México – 23 diciembre 2025 – Cada 23 de diciembre, el centro histórico de Oaxaca se transforma en un escenario tan insólito como profundamente simbólico. Entre música, luces y una multitud expectante, los protagonistas no son artistas ni fuegos artificiales, sino rábanos. Así, con una hortaliza como eje, La Noche de Rábanos se consolida como una de las tradiciones más singulares y queridas de México.
Más que un concurso, este festejo es una expresión viva de la identidad oaxaqueña, donde el ingenio popular, la memoria colectiva y la cultura comunitaria se encuentran en una celebración única en el mundo.
Origen de una celebración con raíces profundas
La tradición de La Noche de Rábanos se remonta a finales del siglo XIX. Su origen está ligado a los mercados navideños de Oaxaca, donde los agricultores comenzaron a tallar rábanos para atraer la atención de los compradores durante las fiestas decembrinas.
Con el paso del tiempo, estas representaciones improvisadas evolucionaron hasta convertirse en escenas cada vez más elaboradas. En 1897, el gobierno local institucionalizó el evento como un concurso oficial, dando forma a una tradición que, más de un siglo después, sigue vigente.
Escenas que cuentan historias
El corazón de La Noche de Rábanos está en la creatividad. Los participantes —familias, colectivos, artesanos y comerciantes— tallan rábanos gigantes para recrear escenas de la vida cotidiana, tradiciones populares, leyendas locales y pasajes históricos.
Desde mercados tradicionales y fiestas patronales hasta representaciones religiosas y costumbristas, cada obra es efímera, pero cargada de significado. El jurado evalúa no solo la estética, sino también la narrativa y el apego a las tradiciones de Oaxaca.
Más que un concurso: identidad y comunidad
Aunque el evento tiene premios, el verdadero valor de La Noche de Rábanos reside en su dimensión comunitaria. La celebración convoca a generaciones enteras que trabajan juntas durante semanas para preparar sus escenas, transmitiendo saberes, historias y sentido de pertenencia.
En una época marcada por la globalización, esta tradición reafirma el orgullo local y fortalece el vínculo entre la comunidad y su herencia cultural.
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